Hacia una agricultura sostenible y climáticamente inteligente en Venezuela. Por Alejandro Álvarez Iragorry. Coordinador de Clima 21 @aalvarezi
En el escenario de
una transición política hacia un país democrático surgirán conflictos entre
sectores que buscarán defender sus criterios en los procesos de cambio.
Uno de esos conflictos posiblemente sea entre los que consideran indispensable iniciar un programa intensivo de siembra que permita cubrir la demanda insatisfecha de alimentos de la población y por otra parte, la de los grupos que entienden que el futuro del país depende de realizar una transición hacia la sustentabilidad ambiental, incluso en el sector agrícola.
Puesto así, suena a un conflicto insuperable y por supuesto deberíamos decantarnos por tener alimentos para una población en crisis alimentaria. Pero por lo contrario, es un falso dilema y es en los principios del desarrollo sostenible, la Constitución Nacional y Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas que se pueden lograr compromisos, que puestos en práctica, serán muy beneficiosos para el país y su gente.
En este sentido, vale la pena proponer algunas ideas básicas para iniciar el trabajo de lograr unas políticas que promuevan la agricultura sustentable de acuerdo al artículo 305 dela Constitución y la meta 4 del Objetivo 2 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Las mismas están basadas en el conocimiento actual sobre sostenibilidad agrícola y el hecho de que Venezuela es un país muy vulnerable al cambio climático son las siguientes:
1. Hacer uso eficiente y sustentable del territorio. Debe evitarse el crecimiento de la frontera agrícola sobre ecosistemas naturales y nacientes de ríos. La actual superficie dedicada a la agricultura, incluyendo la subutilizada por malas prácticas, expropiación o abandono, es suficiente para la producción nacional. Asimismo, la misma debe estar basada en el conocimiento de las capacidades y limitaciones ambientales de los diferentes espacios territoriales del país.
2. Ser climáticamente inteligente. El cambio climático tendrá efectos negativos sobre la producción agrícola principalmente debido a una reducción de la disponibilidad de agua. Por ello es indispensable establecer prácticas agrícolas responsables con el agua disponible y condiciones ambientales de cada territorio. Igualmente se debe apoyar la investigación sobre especies o variedades adaptadas a condiciones de baja disponibilidad de agua.
3. Promover el uso de controles biológicos y prácticas agroculturales para el control de plagas y malezas. De acuerdo con el Convenio de Estocolmo y otros instrumentos internacionales debe restringirse el uso de pesticidas del grupo de los compuestos orgánicos persistentes, neonicotinoides y compuestos para el control de malezas del tipo del glifosato.
4. Promover el cultivo de rubros agrícolas no convencionales autóctonos y la diversificación de cultivos. Es necesario apoyar el cultivo y comercialización de especies locales subvaloradas, con alto valor nutricional y comercial, adaptación a las condiciones ambientales locales, así como menor impacto ambiental. Asimismo, apoyar el uso de la biodiversidad venezolana como potenciador de la producción agrícola y la identidad nacional.
5. Promover la agricultura “cero kilómetros”. Será necesario la implementación de circuitos cortos de producción y consumo. Esto para evitar la necesidad de largos desplazamientos de los insumos y productos agrícolas. Para ello será necesario apoyar el ordenamiento de la agricultura en espacios ecorregionales, el apoyo a iniciativas de agricultura urbana y el apoyo a las industrias locales de procesamiento de productos agrícolas.
Algunas de estas ideas pueden ser implementadas de manera inmediata. Otras podrán realizarse a mediano plazo. La clave para el éxito siempre será: el diálogo, el conocimiento científico y la claridad de objetivos de largo plazo.
Recirculado con fines informativos desde:
https://www.elnacional.com/opinion/hacia-una-agricultura-sostenible-y-climaticamente-inteligente-en-venezuela/
Uno de esos conflictos posiblemente sea entre los que consideran indispensable iniciar un programa intensivo de siembra que permita cubrir la demanda insatisfecha de alimentos de la población y por otra parte, la de los grupos que entienden que el futuro del país depende de realizar una transición hacia la sustentabilidad ambiental, incluso en el sector agrícola.
Puesto así, suena a un conflicto insuperable y por supuesto deberíamos decantarnos por tener alimentos para una población en crisis alimentaria. Pero por lo contrario, es un falso dilema y es en los principios del desarrollo sostenible, la Constitución Nacional y Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas que se pueden lograr compromisos, que puestos en práctica, serán muy beneficiosos para el país y su gente.
En este sentido, vale la pena proponer algunas ideas básicas para iniciar el trabajo de lograr unas políticas que promuevan la agricultura sustentable de acuerdo al artículo 305 dela Constitución y la meta 4 del Objetivo 2 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Las mismas están basadas en el conocimiento actual sobre sostenibilidad agrícola y el hecho de que Venezuela es un país muy vulnerable al cambio climático son las siguientes:
1. Hacer uso eficiente y sustentable del territorio. Debe evitarse el crecimiento de la frontera agrícola sobre ecosistemas naturales y nacientes de ríos. La actual superficie dedicada a la agricultura, incluyendo la subutilizada por malas prácticas, expropiación o abandono, es suficiente para la producción nacional. Asimismo, la misma debe estar basada en el conocimiento de las capacidades y limitaciones ambientales de los diferentes espacios territoriales del país.
2. Ser climáticamente inteligente. El cambio climático tendrá efectos negativos sobre la producción agrícola principalmente debido a una reducción de la disponibilidad de agua. Por ello es indispensable establecer prácticas agrícolas responsables con el agua disponible y condiciones ambientales de cada territorio. Igualmente se debe apoyar la investigación sobre especies o variedades adaptadas a condiciones de baja disponibilidad de agua.
3. Promover el uso de controles biológicos y prácticas agroculturales para el control de plagas y malezas. De acuerdo con el Convenio de Estocolmo y otros instrumentos internacionales debe restringirse el uso de pesticidas del grupo de los compuestos orgánicos persistentes, neonicotinoides y compuestos para el control de malezas del tipo del glifosato.
4. Promover el cultivo de rubros agrícolas no convencionales autóctonos y la diversificación de cultivos. Es necesario apoyar el cultivo y comercialización de especies locales subvaloradas, con alto valor nutricional y comercial, adaptación a las condiciones ambientales locales, así como menor impacto ambiental. Asimismo, apoyar el uso de la biodiversidad venezolana como potenciador de la producción agrícola y la identidad nacional.
5. Promover la agricultura “cero kilómetros”. Será necesario la implementación de circuitos cortos de producción y consumo. Esto para evitar la necesidad de largos desplazamientos de los insumos y productos agrícolas. Para ello será necesario apoyar el ordenamiento de la agricultura en espacios ecorregionales, el apoyo a iniciativas de agricultura urbana y el apoyo a las industrias locales de procesamiento de productos agrícolas.
Algunas de estas ideas pueden ser implementadas de manera inmediata. Otras podrán realizarse a mediano plazo. La clave para el éxito siempre será: el diálogo, el conocimiento científico y la claridad de objetivos de largo plazo.
Recirculado con fines informativos desde:
https://www.elnacional.com/opinion/hacia-una-agricultura-sostenible-y-climaticamente-inteligente-en-venezuela/
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