Por Alejandro Álvarez Iragorry, coordinador de Clima21 –
Ambiente y Derechos Humanos
Este texto es un homenaje a un economista venezolano modelo
de honestidad, generosidad y consciencia que actualmente pasa por un grave
problema de salud.
Querido amigo Alex:
Te escribo para darte las últimas noticias de ese complejo
mundo que es la confluencia entre economía y el ambiente, tanto en todo el
mundo como en Venezuela.
Como hemos hablado muchas veces, la ecología y la economía,
aunque emparentados por el “oikos”: nuestra casa común, han pasado demasiados
años enfrentados y frecuentemente ignorándose el uno al otro.
Pero ahora todo parece estar cambiando por la fuerza de los
hechos. La condición de salud del planeta se está deteriorando de una manera
cada vez más acelerada. Ya no es un tema de científicos, o de supervivencia de
algunas especies en zonas remotas, las sociedades humanas y la economía global
están en grave peligro.
Esa idea no es sólo la opinión de un ambientalista: En la
última edición del Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial, las
amenazas ambientales dominan la lista de riesgos por tercer año consecutivo,
tanto en términos de impacto como de probabilidad.
Por su parte, el informe Situación y Perspectivas Económicas
Mundiales 2019 de las Naciones Unidas señala al cambio climático como uno de
los mayores riesgos a la economía global.
Otro reciente de Goldman Sachs expresa:“Retrasar la acción
sobre el cambio climático será costoso para nuestro ambiente natural, para los
humanos y para la economía, y creemos que es necesaria una acción urgente por
parte de gobiernos, empresas, consumidores y sociedad civil para frenar las
emisiones de gases de efecto invernadero.”
A pesar de estas claras advertencias,algunos políticos y
empresarios se resisten a cambiar y buscan eludir sus obligaciones frente al
Acuerdo de París y sus propios ciudadanos.
Pero en general,como bien sabes, el modo de actuar de los
líderes económicos está marcado por el pragmatismo. Por ello, a pesar de los
obstáculos políticos se están comenzando a tomar medidas importantes en materia
económica para actuar frente a estos peligros.
Recientemente, más de 50 instituciones financieras se han
comprometido a revelar los impactos climáticos de sus inversiones y préstamos,
midiendo las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por cada uno de
los proyectos que financian.
Asimismo, en el más reciente Foro Bloomberg 90 grandes
corporaciones de todo el mundo se comprometiesen a “alinear sus negocios con lo
que los científicos dicen que es necesario para limitar el impacto del cambio
climático”.
No estoy seguro si esos pasos son sinceros, suficientes y sí
llegan a tiempo para ser efectivos, pero celebro el cambio de discurso.
Es tan necesaria esa nueva perspectiva que ya el Papa
Francisco ha venido apremiando por una ecología integral y una economía con
sentido humano.
A pesar de estas nuevas posibilidades, me preocupa la
situación de Venezuela en este tema.
Por una parte, el gobierno actual actúa con una
irresponsabilidad extrema al despeñar al país hacia la destrucción, la pobreza
y la enfermedad con su demente modelo de saqueo minero, el abandono de sus
obligaciones hacia el ambiente y la ausencia de todo interés por proteger a la
población de las consecuencias del daño ambiental y la ausencia de servicios
ambientales.
Adicionalmente, entre los políticos y empresarios que buscan
un cambio de gobierno hemos oído ideas tan preocupantes, como considerar que los
costos de las regulaciones pueden ser excesivos, que Venezuela está obligada a
explotar sus recursos naturales como única salida a la crisis actual y que no
se les puede exigir más sacrificios a los empresarios de este país.
Los primeros me imagino que jamás oyeron hablar del Informe
sobre la Economía del Cambio Climático, conocido como Informe Stern, realizado
por un importante economista del Reino Unido que concluye que los costos de la
inacción serán mucho mayores que las inversiones necesarias para enfrentarlos.
Al segundo grupo hay que ayudarles a abrir los ojos ante el enorme potencial de
los nuevos modelos de negocios basados en el uso sustentable de los recursos.
Finalmente, a los terceros hay que preguntarlos cuántos sacrificios más tiene
que soportar el pueblo venezolano por las consecuencias de la destrucción
ambiental.
A todos ellos, amigo, les tenemos que pedir que sean parte
del creciente grupo de líderes ambientales que entienden que tienen la enorme
responsabilidad de crear una economía que permita alcanzar un mundo sano,
seguro y próspero para todos.
Con esas noticias me despido con un abrazo, esperando que
muy pronto podamos reunirnos a conversar sobre economía y ecología y sus
infinitas posibilidades.
Fotografía del proyecto CONSTRUPAS realizado en el páramo merideño. @GeografiaViva año 2011. |
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