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Re-construir nuestro poder como ciudadanos. Por Soraya Medina

Re-construir nuestro poder como ciudadanostarea pendiente. 
En los últimos años he dedicado tiempo a investigar y formar, con el propósito de llegar más allá de lo que nos puede llevar nuestro inconsciente colectivo, ese que es muy codiciado por las empresas o los políticos para utilizarlo de acuerdo a sus intereses. Ya nos suena lugar común que líderes de diversas áreas, con más ansias de tomar poder, que de servir, estudien los comportamientos de las personas con el propósito de manipular o engañar. Es decir, cuando esto ocurre, tenemos que asumir que, como individuo y sociedad lo hemos permitido, si ellos pueden manipularnos o engañarnos entre otras cosas, es porque nosotros como ciudadanos hemos cedido nuestro poder y por tanto el control de sí mismos.  Tomar consciencia de esto es asumir la responsabilidad que tengo como parte de una sociedad. No obstante, algunas personas todavía se pueden preguntar ¿Cómo pude haberlo permitido?
En Venezuela suele decirse de una forma muy ligera que todos somos responsables del caos en el que hemos estado viviendo en los últimos años, sin embargo no queda muy claro. ¿Cuál es mi responsabilidad en todo esto? Es precisamente allí donde es necesario meterle la lupa para no volver a repetir la historia. Quedarnos en lo malo que ha sido el gobierno, no nos ayuda a crecer como ciudadanos. ¿Cómo hacerse responsable y para qué? Culturalmente somos una población en dónde la responsabilidad no ha sido precisamente un principio en el que nos destacamos los venezolanos. Esta debilidad nos viene desde nuestro núcleo familiar, como todo lo que hacemos o dejamos de hacer en la vida cotidiana. Buscar en los tuétanos de nuestra sociedad esta carencia puede ser un trabajo interesante a realizar a quienes deseen profundizar en el tema.
Responsabilidad tiene que ver con dar respuestas, lo cual nos coloca del lado de las soluciones y no del problema. Es mirarnos con la capacidad para hacer, pensar y actuar éticamente en todas las áreas. En asumir que soy la única persona que tengo control y decisión sobre mi vida. Ciertamente nuestra familia y escuela, no tienen bases firmes en este sentido. Por el contrario, las exigencias en cuanto a asumir responsabilidad son mínimas. Estas instituciones son una proyección de ese inconsciente colectivo que podemos llamar cultura venezolana. Allí, en lugar de aprender a hacernos responsables, se nos enseña a obedecer, que las cosas son como dice mamá, papá, luego el maestro o profesor y si no obedece vienen sanciones, con la cual se incorpora el miedo a hacer las cosas diferente a cómo son impuestas… De esta manera se le niega a la persona la posibilidad de  descubrir en sí mismo sus potencialidades, sus propias capacidades de crear, de Ser. El educador, que con frecuencia, por sus bajos incentivos, se encuentra desconectado de sí mismo, no tiene las herramientas para despertar en el educando su propia capacidad de empoderamiento.
Si de niños y jóvenes nos hemos visto imposibilitados de expresarnos, participar, opinar, Ser… Luego de adultos vamos a requerir alguien que siga gobernando nuestras vidas y es allí cuando construimos el mesías, el ídolo que nos viene a dar respuesta a aquello que no nos hemos sentido capaz de resolver, pues desde la obediencia la persona se mantiene en la situación de necesitado, imposibilitado de dar soluciones y espera siempre que estas vengan de afuera.
No asumir la responsabilidad coloca a la persona en un lugar de víctima, de dependiente, cuando vemos a alguien decir: no pude hacer esto o aquello porque la otra persona o  institución  no lo permitió, esta persona está perdiendo una parte de sí misma, ya que está dejando en esa persona o institución su realidad,  sus sueños, sus proyectos. Si esto se hace la cotidianidad de cada día, nos vamos debilitando como ciudadanos, convirtiéndonos en rebaños…
¿Cómo empoderarnos como ciudadanos?  
Si esta pregunta la hacemos desde lo más profundo de sí mismo, el primer paso es tomar consciencia de la familia en la que nos hemos formado y crecido. Esto puede llevar a mirar el maltrato, temor a opinar diferente a mamá, a sentirse desprotegido por no contar con papá, o a una situación de sobre protección… entre tantas otras vivencias positivas o negativas.
Para cualquier situación vivida la buena noticia es que ES POSIBLE HACERLO DIFERENTE. Las experiencias vividas  son programas que quedan grabados en nuestra mente y todo programa puede desprogramarse. El proceso de desprogramación puede ser lento, rápido o profundo… eso depende de cada persona.  A medida que la persona va desprogramando, es decir cuando se vacía de los prejuicios, miedos, vergüenza, culpas… como dije, es un proceso que puede llevar mucho tiempo. La palabra que se suele usar para este proceso es el perdón, sin embargo como no está muy claro cómo perdonar, sugiero utilizar la palabra RECONOCER, es decir, reconocer que nuestra familia no pudo hacerlo de otra manera, ya que ellos también fueron víctimas de las mismas situaciones que sus antepasados.
Cada persona que decide hacer su vida diferente a cómo la vivieron sus padres, consigue más apertura cuando tiene como punto de partida el reconocimiento de que cada uno de los miembros de su familia hizo lo mejor que pudo con las herramientas que tenía. Es decir, si mamá fue maltratadora es porque ella también fue maltratada. Tomar consciencia de estas cadenas que se repiten de generación en generación, permite romper con los patrones y vaciarse de la creencias que llevan a la desvalorización de sí mismo y por tanto del otro, ya que él otro es una proyección de sí mismo.
¿Cómo pasamos de este proceso personal a lo social? Pues cada persona va encontrándose a sí misma, empoderándose de su realidad y contribuyendo a crear una sociedad y cultura diferente. Cada una de estas personas es un padre que empieza a tener una relación diferente con su hijo, un profesor que aplica sus estrategias de crecimiento y sabiduría a sus alumnos, el profesional que puede mejorar la relación con sus compañeros, el líder que transforma en una política educativa diferente… en fin, lo importante es tener la certeza que como personas somos seres en constante transformación, que cada persona al hacerse responsable de su historia personal, se empodera y se convierte en creador de su realidad. Si cada ciudadano tiene esta certeza no va mirar en un líder como el dios que lo va a salvar, si no el Ser humano con el cual puede trabajar de la mano para seguir construyendo una comunidad o país diferente.
En este proceso de transformación donde nos hacemos cada vez más responsables de sí mismos, es más factible la aceptación de las diferencias, disminuir la discriminación y por tanto minimizar la violencia. En este sentido, la tarea pendiente que tenemos todos es empoderarnos como ciudadanos. Quienes ya están en este camino desde el lugar donde esté sembrar la semilla. Vamos hacernos responsables de lo que nos toca, en nuestro trabajo, en la escuela, en la casa. Con la experiencia que hemos vivido, tenemos sabiduría acumulada que con seguridad vamos a ir plasmando en las diferentes áreas, teniendo en cuenta que dónde tenemos que hacer la mayor énfasis es en la familia y la educación, pues estas instituciones son la base desde dónde tiene que surgir este nuevo ciudadano empoderado desde su Ser.
Una de las acciones difíciles en este proceso es perdonar, por ahora quedémonos con que es un proceso necesario para nuestra liberación como ciudadanos y sociedad.  Ya Nelson Mandela dio un ejemplo al mundo de ello. Más adelante conversaremos de cómo lo podemos hacer nosotros.
Un gran abrazo
Soraya Medina Fuentes

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